jueves, 30 de diciembre de 2010

solo la autentica belleza salvara al mundo


El desnudo es una ideología, no un acto desdeñable o pornográfico. El desnudo es mostrarse; divagar por secuencias de hologramas inciertos llamados sentimientos. El desnudarse es obligar a tu ficticia naturaleza a purificarse y volver a su cuna, a su sublime nacimiento al desnudo.
La belleza salvara al mundo. Nos mecerá en sus brazos y luego nos dejara caer como la escarcha en un mar de frescos lirios y hojas de laurel, allí dormiremos plácidamente como un niño recién despertando de su martirizante nacer ¡oh bella belleza! Vacíame todo mi ser y llénalo a tu antojo, retuérceme, escúpeme y húndeme en tu placentero limbo donde caen los desdichados faltos de tu esencia; drogados por el sedante placer de tu música. Refréscame con tu vendimia, hazme dormir en tus blanquecinas sabanas para luego con el fuego helado de tus brazos consumirme dormido desligándome completamente de la ambigua realidad del presente y proyectándome hacia un ensueño eterno.
Todos claudicamos seducidos por tu ignota fragancia. La belleza salvara al mundo y lo destruirá de facto…
(todo lo que comienza en comedia termina en Dostoyevski)

lunes, 6 de diciembre de 2010

sakura


Los cerezos están hermosos este año

Algunos caen, otros quedan

Al final todos caen

sábado, 27 de noviembre de 2010

...


En los sueños acabados, destruidos por el amanecer; se observa un atisbo de materialidad, un cuerpo desnudo lleno de yagas y males, descubierto por el frío metálico del viento. Su cara blanquecina y pacifica no demuestra pesar alguno, sino una pusilánime actitud creada en base a recuerdos sobre el mar.
En los sueños acabados, destruidos por la razón. Nada es maligno, nadie es asesino. Solo son sueños, palabras, creación, fantasía, vanguardia y desolación ¿Qué es un sueño? Una pequeñez, un frenesí, una culpa, un efímero deseo de resurrección: caótico y desordenado proyecto inconcluso… un parir a medias.
En los sueños acabados, destruidos por el placer. La tristeza se vuelve un recodo para la plenitud. Los placeres mundanos se metamorfosean en divinos deseos… una vida es un sueño, una vida es ensueño, nuestra vida es ensueño.

(todo lo que comienza en comedia termina en Mallarmé)

lunes, 22 de noviembre de 2010

un recuerdo mas, un deseo acabado


¿Que hace una vida ilustre?...
La verdad no se qué escribir. Estoy sentado en el taburete de mi oscura habitación, una ruma de antiguos libros yace en la cobriza madera de mi desvencijado escritorio. Busco un lápiz Bic y una amarillenta hoja de cuaderno y comienzo a escribir sueños, miedos, anhelos, reflexiones, divagaciones, desvaríos y blasfemos deseos. Escribo con una pobre ortografía y dispersa puntuación: escribo de forma caótica y desordenada con pequeños matices pusilánimes…son solo pensamientos, digo para mis adentros tratando así de darle algún tipo de coartada a mí accionar.
Raudamente la noche se hace presente ante mí. Percibo voces en el exterior del umbral de la ventana, por algunos minutos me desconcentro y el cansancio se apodera de mí, me recuesto pesadamente en una cama desecha y con olor a humedad.
...El niño tiene las manos chorreando en excremento, el ríe, lo sé, la vieja gorda lo mira con desinterés desde la mecedora. Comienza a tejer continuamente y rápidamente, solo interrumpe los movimientos para rascarse la barbilla y golpear con el bastón la cabeza del niño cuando este hace un ademán de llevarse las manos a la boca. El niño solo ríe, pero la risa no es de felicidad sino de nerviosismo: el niño está riendo con miedo ¿a qué?, se retuerce en el suelo riendo con dementes carcajadas y mientras su comportamiento se vuelve más errático la vieja lo golpea con mayor brutalidad, en el esfuerzo se cae de la silla, de su sexo exuda amarillenta hiel plagada en males y infecciones, una música sin ningún acorde afinado se escucha desde el otro lado del mar…
Trato de fingir que aun duermo, faltan aun dos horas para el amanecer y ya me es imposible conciliar el sueño. Antiguamente en estos momentos recurría a placenteras prácticas personales, pero ahora no, me sentiría decadente que por el insomnio (y ciertamente mi edad) volviera a pajearme pensando en mujeres irreales, todavía no; todavía no toco fondo. Escucho desde un lugar remoto el ladrar de un perro, se calla repentinamente. Enciendo la luz de la cabecera de mi camastro, mi habitación esta tal cual como la deje, en su desorden y fealdad habitual. Me levanto aturdido y me dirijo hacia la ventana para observar la noche: no consigo ver nada bello, solo algunas sillas y cachureos sin mayor relevancia. Tengo que reconocer que la oscuridad exterior me aburrió rápidamente, además que hacía frío. Me dejo caer en la cama que rechina con una repentina fuerza. La espera y el aburrimiento son caldo de cultivo de alucinaciones: llegan como un vendaval castigador que azota con brutal furia la precaria choza de mi cerebro, escucho el palpitar de mi corazón mientras se presenta frente a mí un cuerpo de un old man suspendido en el aire con un soga atada al cuello, la cara pintada de blanco, su falo erecto manchado con semen y un pepino introducido en el ano. Me arden los ojos, trato de cerrarlos pero me es imposible, los gritos se atormentan en el devastador silencio de mi universo… el callar es la única escapatoria, la única arma contra el vago frenesí que es víctima mi cabeza- ¡cállate Rimbaud, calla Rilke por venia de Jesucristo!-.
La imagen sadomasoquista no me turba, aunque la curiosidad por saber porque mi cabeza proyecto esa y no otra imagen causa un cierto desconcierto. Estas fantasías siempre hacen mella en mi amor propio y me hacen sentirme miserable. Aparto de mi camino al colgado que se balancea tras de mí, observo una cocina limpia y estéril. El amanecer llega majestuosamente como un héroe libertador de la turbada alma, ¿turbada, jamás? solo un poco saturada, en fin, el asunto en este momento es irrelevante. Por favor, observemos el bello amanecer.

(Todo lo que comienza en comedia cae frente a Asmodeo)

lunes, 15 de noviembre de 2010

fácil hacer, fácil deshacer

Humberto al probar la comida se percato que estaba fría. Nunca le había gustado la comida fría ni menos en invierno cuando las jornadas de trabajo en el aserradero se incrementaban considerablemente. En principio llamo a maría caritativamente, al no ver respuesta la llamo de forma autoritaria: no hubo respuesta alguna. Extrañado fue a la cocina regañando a viva voz a su mujer por la torpeza de no responder a sus llamados. Al llegar frente a la cocina, no se veía a maría por ningún lugar, la preocupación se hizo evidente ¿tal vez salió de improvisto al supermercado?, ¿o salió a botar la basura?, ninguna de estas posibilidades lo tranquilizo. Raudamente-sin preocuparse del excesivo colesterol en sus arterias- subió las escaleras y su miraba se clavo magnéticamente el cuerpo que yacía boca abajo en la habitación matrimonial.

Paso el cumpleaños de maría en el hospital. Entre enfermeros, administrativos y familiares comía alguno que otro emparedado de atún con queso Cheddar acompañado de café. María tenía una severa insuficiencia cardiaca que la mantenía entubada y sin ánimos de comer ni hablar, por su parte, Humberto la acompañaba leyendo aburridas historias policiales o resolviendo sudokus. Aquel matrimonio de más de veinte años nunca tuvo hijos ni menos amistades. Estaban completamente solos dentro del circulo social, y claramente a Humberto le fastidiaba está paupérrima soledad, en cambio a maría le era indiferente, incluso cómodo (maría se había casado enamorada e incluso hasta hoy su amor sobrevivía a la indiferencia y el alcoholismo de su cónyuge) ya que su marido era un solitario trabajador que se emborrachaba en fin de mes, y aunque siempre tuvo la libertad de acostarse con cuanta mujer quisiera: nadie pensaría que Humberto con su metro setenta, obeso, andrajoso y tacaño pudiera conseguirse más que alguna puta barata en la calle o en algún menesteroso burdel. El cardiólogo del hospital estaba convencido que el trasplante era la única forma de salvar la vida de María, claro está, la problemática era que estaba en el decimo lugar en la lista de espera de un donante y que Humberto nunca le ha creído a los médicos. Le fatigaba la idea que la póliza de salud lo dejara en la quiebra:- “después de esto quedare solo y pobre… mierda”-.
La nieve se agolpaba en el ventanal de la cafetería del hospital, ya habían pasado más de dos meses desde que María tuvo el infarto, y Humberto no podía disimular el aburrimiento que le producía cenar todas las noches comida prefabricada en recipientes de plásticos hechos en china. Solo desea que de una buena vez terminara toda esta payasada y volver a su aburrida, pero tranquila vida en donde se remitía a encargarse del papeleo burocrático y entregar demandas por la tala ilegal al mítico personaje llamado: jefe. Esta rutina lo dejaba fatigado, pero le daba la gran virtud de no pensar, aunque era simplemente un empleado mal remunerado y con una vida miserable, él prefería que las cosas siguieran así: no había preocupación alguna ni menos responsabilidades, solo se tenía que preocupar de no tener problemas; y el no tener problema te entrega la felicidad: una mediocre felicidad, pero una felicidad al fin y al cabo.

María amaba a Humberto.

El paso del invierno fue triste y opaco, a veces el tiempo se detenía y fragmentaba todos los momentos, espacios y sentimientos para purificarlos. El amargo pasillo, la blanca bata, el ensangrentado bisturí eran objeto del odio y la lata de Humberto, quería terminar raudamente
la decadente situación, se sentía avergonzado y débil. Culpaba inconcientemente a María por la aberrante ignominia que tenía que pasar cada noche cenando solo, durmiendo incómodamente en el sillón escuchando los quejidos y lamentos de su esposa. Ya no le bastaba asesinar el tiempo con sudokus ni sopas de letras, deseaba volver a su monótona vida. Humberto era el claro ejemplo del animal de costumbres, o bestia de costumbres.
Mientras Humberto aborrecía la situación, María sufría cada tormento. Su persona era el claro ejemplo de la inmolación de la felicidad individual por el bien del otro: ella siempre fue una gran ama de casa, una gran amante (aunque Humberto no era un hombre de personalidad fogosa) y una excelente cocinera. Cuando Humberto quedo en la calle después de apostar la recaudación de todo el personal en las carreras de galgos, María fue la que trabajo en una fuente de sodas nocturna para mantener la casa: sobretodo la cuenta del cable de televisión.

Ella también sufrió la muerte del hijo que jamás vio la luz.

La única felicidad de María era la voz de Enrico Caruso. Podía estar horas y horas escuchando al tenor italiano sin mostrar señal de aburrimiento o tedio. La pasión de María por la opera era objeto de cólera y amargura por parte de Humberto. Era común que al llegar a la casa, el solo hecho de encontrar la radio encendida lo fastidiara y se fuera sin decir palabra alguna a la taberna. Por esta razón María solo escuchaba opera en las primeras horas de la mañana.

Aunque Humberto fuera un pésimo marido, nunca abofeteo a María. Nunca tuvo el coraje de hacerlo.

La desdichada mujer sin señal alguna cayó en coma. A Humberto no le fue extraño e incluso en el fondo de su propio corazón le era agradable- el fin estaba próximo-, sentía. Así fue un poco más llevadera la estadía en el hospital, a la larga tenía un fin práctico: ya que le pagaban las horas que se ausentaba por estar en el hospital, y aunque quisiera le era imposible escaparse un momento a la taberna por la sencilla razón que todos los empleados del aserradero iban a ese lugar. Incurrió a la práctica de conformarse simplemente con un par de tragos y unas cuantas pajas en el baño del hospital.
María murió en quince de mayo a los sesenta años de edad. Su funeral fue corto y sin mayores tristezas, dentro de los presentes solo se encontraban cinco personas (la señora margarita con su esposo Aurelio, Ricardo, Peta Ponce y Humberto). El entierro fue corto y sin cantos, el réquiem fue apagado.
Humberto esta vez comió solo. El puré picante con carne( el mismo tuvo que cocinarlo después de años sin tocar un horno) esta frío pero no le podía reclamar a nadie, estaba completamente solo. Ya la noche había caído y en el cielo figuraban un centenar de estrellas. Humberto salió a botar la basura, sacudió energéticamente la bolsa y se percato de la presencia del cartucho vacío de maquillaje, naturalmente que era de María: lo tomo lo sacudió (estaba a medio usar), maquinalmente observo el cielo y posteriormente lanzo el cartucho al bote de la basura, dio media vuelta y comenzó el retorno con una sonrisa dibujada en su aburrida cara.
(todo lo que comienza en comedia termina en drama)

jueves, 11 de noviembre de 2010

Vaga idea, refrán de sordos


Proust no habla sobre la existencia, habla sobre la no-existencia. Es como el claro de luna de quiso reflejarse en la invernal floresta polaca, pero nunca lo pudo hacer, sus motivos no son claros, en realidad son un conjunto de axiomas difícil de precisar, ya que gracias a lo existencia ratificamos la aquella propia, en base a la afirmación anterior podemos contradictoriamente cuestionar nuestro propia existencia. Gracias a esa pobre y bastarda analogía se concluye que del paso de una existencia a una no-existencia(o de una existencia prematura a una tardía, o una existencia errada a una sidosa) se bifurca en la realidad temporal del ser. Esto tal vez lo escribió un no-ser, o tal vez nunca fue escrito.

Manifiesto del no leído:

Las palabras (tal vez las no-palabras) no tienen la facultad de cambiar las cosas: sino crearlas y destruirlas. Por esta facultad un poco terca y abstracta hay una infinidad de pensamientos lisiados y prófugos en el gran nebulosa de las ideas que lo único que desean una sola oportunidad para volver la vida, volver a ser objeto del pensamiento del poeta, del constructor, del albañil, del abogado y el comunista; miento, los comunistas no piensan, solo actúan bajo consignas recreadas por un blanco chimpancé que a su vez las extrajo de un judío no confeso.
Algunas ideas desean suicidarse pero no se les concedió aquel autónomo privilegio. Caminan huachas y hambrientas sedientas de ser alabadas, vitoreadas, aclamadas por el refugio ignorante y miserable, siendo reproducida por viles demagogos y pergenios cafiches en las grandes plazas donde furor y el caos orgiástico se hace hipnótico. Como una inexistente droga de masas que se aferra y aloja en cada testículo y sana vulva de nuestra falocéntrica sociedad. Así comienza todo; en base a una difusa mentira que enciende el vasto pastizal de la brutalidad humana que, paradójicamente, con la misma llama hace arder desde el palpitar de nuestra misma conciencia la vaga idea de la invención; así creo una novela.
Comienzo a cavar en la densa tierra que recubre y atesora mis ideas. La tierra esta empapada en blanquecino semen que me hace aun más imposible mi tarea. Todas las noches termino llorando y emborrachado en soledad, con mis manos ensangrentadas, mis pies al rojo vivir y una espina de cicuta en mi abdomen. Pensando que la amargura es un dolor pasajero e inválido, que hay sufrimiento antes de haber gloria –la gloria esta bajo tierra-, y la resignación llega a mí como una bala al carnero. Duermo y mi sangre se funde en la infecciosa verdad, en la paupérrima realidad de un ser imperfecto llamado: Ecce Homo.

(Todo lo que comienza como comedia termina en sexo furtivo)

domingo, 7 de noviembre de 2010

alba


Antes del alba sueñas con la nada
Amargos besos de latente pasión
Frente al borde del abismo somos uno
Somos varios cautivos de una ardiente emoción

Y en la inmaterialidad de los sueños anuncias el desamor
Mecánicos movimientos de placentera excitación
Tuyo es, mío no es: diré cuando pase la furtiva ilusión
Y del vientre tuyo una cría nació.

lunes, 1 de noviembre de 2010

haiku


Nunca volviste

Y las flores al fin crecen

No vuelvas.

martes, 26 de octubre de 2010

Quimera


Lima prendió su pipa con un aire de tedio, se paro rápidamente y comenzó a observar el gris paisaje exterior: los niños del orfanato habían salido a jugar en los húmedos y gastados balancines, los observo como todas las mañanas lo hacía y a más de alguno le respondió una paternal sonrisa o una mirada autoritaria .Luego se acerco naturalmente hacia donde estaba Hilda y la abrazo por la espalda, y comenzó a lamer grotescamente la oreja; la hembra cerraba los ojos por el furtivo placer mientras se desabotonaba el bretel. Lima bajo la mano por su estomago tratando de buscar entre sus extremidades el codiciado sexo: la señora blandes abrió su sexo como bruta magdalena mientras se atarantaba para desprenderse de la ropa interior. Lima aparto su mano mientras besaba el velludo sexo de blandes, comenzó a tocar el maltratado y desnutrido seno. Lima jugueteaba con el pezón y lo exprimía con sádica pasión de clericó, su cólera era tan pronunciada que sus actos se volvían torpes, como si fuera el momento digno de ser tachado como una violación o como si sus pensamientos fueran un martirio: tal vez deseaba que todo esto acabara rápido. La penetración fue corta y sin mayor preámbulo, y aunque los gritos de mis Blandes parecían naturales en su cara había un aire de fuga: concluí que ella no estaba allí, sino estaba frente a las puertas del cadalso social esperando que la cuchilla libertadora concluyera así su error. Si es que se puede llamar un error. El día estaba soleado y pegajoso; digno día para tener sexo furtivo.
La silla estaba empapada en sudor y en mucosidad vaginal. En el suelo yacía Lima respirando agitadamente. Blanca Blandes lleno un lavatorio con agua, lo dejo en la silla frente al escritorio donde se encontraba una bellísima copia empastada en cuero del villorrio de William Faulkner. Comenzó a sollozar mientras se enjuagaba su demacrado sexo con la tibia agua, era penoso ver a esta mujer llorando por la culpa que le producía amar a un hombre que socialmente no podría amarla, era un tanto terrible pero cierto: como lo es la sangre, como lo es la política, como lo es el sufrimiento y la codicia. Lima se repuso nuevamente; se levanto y busco cansadamente los cigarrillos (marca blue horse), quedaba ninguno, estrujo la caja y la boto al suelo.

- voy a comprar cigarrillos al pueblo, iré en la furgoneta de la congregación-.

-recuerda que los automóviles todavía no se inventan-. Dijo blanca llorando pausadamente.



-Los actos siempre son temerosos: gracias al temor nace la moral, y todo lo demás-. Me lo dijo un trovador alguna vez en una noche de borrachera cuando se murió Perla Ventura. Recuerdo que jugamos brisca; la única salvedad que no apostamos dinero, sino recuerdos. Primero aposte los momentos en Uganda (la verdad no me interesaban mucho), luego el trovador aposto recuerdos de gitanos y carreras de puercos en la sierra, así sucesivamente dejamos escapar recuerdos amargos, bellos, extraños e incomprensibles que nos sedujeron hasta altas horas de la madrugada. Ya en las últimas partidas y cuando el vino y los mismos recuerdos escaseaban destello fugazmente pero con brillante claridad la imagen de Humberto Lima: jugué dos recuerdos más y borracho desfallecí en la rustica silla.

Desperté en Niebla: Chile.
La mañana era húmeda en estos solitarios parajes. Me desperté erguido, a mí alrededor yacían un centenar de ratones mutilados; la sangre de los roedores se agolpaba frente a mis pies y la tierra no tenía la capacidad de drenar la sangre. Camine con un vago rumbo, mi mente ya conocía esos lugares olvidados por la civilización pero evocar el pasado me era extrañamente doloroso. Mi mente era abrazada por las llamas del olvido.
Humberto me esperaba. La casa a la cual llegue tenía un fuerte olor a putrefacción y muerte. Lima parecía que me esperaba ya que estaba frente a la puerta jugando ajedrez con Fabio Casavieja, al asomarme por la puerta (crujió estrepitosamente) me miro y sonrío sardónicamente, le hizo una seña con la mano a Fabio para que se fuera y este me miro con cierto desprecio y salió de escena. Camine hacia donde estaba Lima y me senté frente al tablero. El movió el caballo y yo moví un peón. Nos comunicamos así por más de dos días, el tablero comenzó a rechinar: pero ninguno de los dos se movió. Después de varios días se cayó una torre: la recogí y observe que mi pie izquierdo era de piedra y el derecho de arcilla, me levante asombrado y observe a Humberto, él me miro y sonrio, me mostro su mano derecha: era de arcilla. El dialogo se hizo con los llorosos ojos.

-Te extrañaba hijo-

-Amen… padre-

lunes, 18 de octubre de 2010

nocte


Sumido en tristes reflexiones recuerdo
Pensamientos blasfemos y noches en vela

Recuerdo un desear quimérico
Una playa difusa y rencorosa
Junto a un océano de lunática dicha
Donde mueren los deseos de narciso
Destruidos por la cruda realidad

Sumido en tristes reflexiones recuerdo
Pensamientos blasfemos y noches en vela

Presa del atávico miedo sonrió
Sonrió y sonrió como sólo un loco sonríe
Catapultando sentimientos y emociones
Dichas y amarguras pasadas
A la vastedad de la nada

Sumido en tristes reflexiones recuerdo
Pensamientos blasfemos y noches en vela

Y corro frenéticamente
El huraño y negruzco miedo no desaparece
Sólo se transforma en cólera y miseria
La incontenible tragedia se vuelve roca
Roca clara y pulida, poética y patética

Sumido en tristes reflexiones recuerdo
Pensamientos blasfemos y noches en vela

Y las eternas noches se vuelven pulcra materia
Desdibujada y bella
Como lo eres tú, como lo es cualquiera
Azúcar en un salado mar
Un mar de oceánico aburrimiento

Sumido en tristes reflexiones recuerdo
Pensamientos blasfemos y noches en vela

(todo lo que comienza en comedia termina en platon)

miércoles, 13 de octubre de 2010

paradojas y soledad


Escribo con frenesí culpable, presa de un miedo irracional e inexistente. Tan solo escribo una mísera frase: caballos callan.
He estado sentado por más de dos años escribiendo, el tintero jamás se seca y al aparecer la cara de él le lanzo la pluma: siempre desaparece. Mi pelo comienza a caerse, mis dientes son presa del escorbuto y el cáncer bucal, mi cuerpo se hincha con zozobra fantasmal, mis ojos no ven la luz del día: tan solo zigzaguean desaforadamente buscando mi torre de babel, ¡mi salvación, mi redención, mi destino fulgurante y atávico¡… pero, como todo en mí se cansa y se vuelve torpe e inútil: termina siendo escoria, un punto erróneo en la nebulosa de la nada.
El tiempo no existe en mi cuarto, solo existen las risas ajenas y el deseo riguroso de terminar lo escrito, tan solo esa frase basta; me lo repito cada vez que mi deseo se vuelve cobardía del no seguir con lo prescrito y salir por tan solo un momento al exterior, pero rápidamente Onk me azota la cabeza contra la cruda madera o introduce varillas llena de excremento entre la carne y las uñas de mis pies. Creare mi Magnus opus aunque me tilden de lunático o impotente…
Cada movimiento de mi mano conlleva al delirio. Y el delirio se vuelve placer orgiástico: una suerte de miseria espiritual producida por años y años de pesimismo ideológico. El escribir no basta, debo ver la sangre que manche esos papeles. Me encantaría que fuera de los caballos azules.
Mi frente suda sangre como alguna vez lo hizo Jesucristo. Los deseos no paran ni se consumen, solo giran desordenadamente buscando su final; un suicidio colectivo de deseos en lo absurdo de mi escribir, en lo absurdo de mi y del mundo creado con recortes y pegados de la realidad.
Y el sonido sordo de las abejas comienza, la colmena se expande frente a mi ventana, mi risa brota sardónicamente.

Los caballos callan cuando el sol se observa.

(Todo lo que comienza en comedia termina en susurro)

lunes, 4 de octubre de 2010

nefasto


Eres un conjunto de fragmentos anacrónicos y efímeros desdibujados por una creación imperfecta… las cosas más bellas son las misteriosas, en el misterio está la belleza y la dulzura de… El cristal no se quiebra, sólo cambia de forma; igual que la conciencia, igual que la política…igual que el horror y la muerte.

Miras a tu padre muerto en un accidente de tránsito hace cinco años: está vestido con una leñadora color marrón y pantalones turquesa (esa extraña combinación era peculiar de ver en Humberto, por lo menos en vida). Tenía el pelo largo y una tupida barba blanquecina, paradójicamente se veía más joven que la última vez que lo observó, aunque era difícil recordarlo después de cinco años en ausencia; de igual forma lo recordaba más viejo y demacrado que ahora, como si la muerte del cuerpo haya perpetuado la juventud de su alma, o lo que sea que estaba presente dicha noche en su cuarto. Jugaba ajedrez sólo con las figuras blancas (hasta muerto imprimía en sus actos una cuota de racismo) y fumaba sus clásicos Red Horse corrientes.

…¿Juegas con la nada?... Como lo hizo en vida: no me miras ni sabes de mi existencia, sólo deseas jugar como un vil hedonista que eres, o que fuiste, o creaste o asesinaste… ¿Qué haces aquí, en mi lugar? ¡Já, já, já! Siempre deseaste a mi esposa aunque nunca tuve, siempre quisiste poseer el auto que nunca tuve, deseaste recriminarme por llegar borracho a la casa pero nunca lo hice… te mueres y reapareces: deseas que sienta culpa de lo no hecho. Siempre lo deseaste.

La poesía nos hunde hijo, más que un canto a la belleza o la virtud es un canto al feísmo y la miseria. La poesía nos lleva al nefasto lugar donde caen todos los poetas: a una gloria ilusoria y cretina, al deseo desaforado por la fama: francamente, la poesía no nos hunde sino nos lleva a la locura y el vano deseo por la fama y la comodidad. Y aunque sea nefasta para nuestras vidas nos sume en un limbo de una belleza incierta y anacrónica que nos hace caer plácidamente en una cama de clavos infectados de palabras. No sentimos dolor, no deseamos escapar ya que estamos totalmente anestesiados por el poder sedante de los versos… Oh, lúgubre y oscuro corazón, palpas la desidia adusta y viril de mi destino…

…¿Qué son estas palabras?, Consejos post mortem o alucinaciones fantasmales alimentadas por la corrupción o franqueza de la eternidad. ¡No me hagas reír! Yo nunca he escrito poesía ni menos creo en esos apestosos literatos de cuarta que pasan su vida endeudados en tabernas clandestinas e insalubres, sólo gano dinero con ellos, nada más que eso… no soy como tú, Humberto.

Pensabas que te iba dejar solo, Fabio… calla tus pensamientos, no son correctos. Sólo alimentan la soledad y aridez de tu alma, sabías que hace mucho que no creo en el paraíso, sólo creo en el infierno y es por eso que nunca miro hacia arriba. A la larga soy un alma errante y poseedora de sacrílegos recuerdos donde todo era bello y la fealdad era algo apreciado como oro blanco, esos eran otros tiempos, donde todo era estático y brillante: como una novela jamás pensada ni por el mismo Cervantes.

(Silencio)

Los dos en el vacío mirando cara a cara al otro, los dos deseando los pensamientos del otro, uno en la cama soñoliento y el otro jugando ajedrez en el escritorio donde Fabio estudiaba 12 horas diarias “Los recuerdos de la catapulta negra” de Gustav Archimboldi. Jamás hubo conexión entre ellos. Jamás existió esa conversación: Humberto y Fabio son sólo creaciones desdibujadas e imperfectas de la conciencia, nunca se encontraron, sólo hablaron en monólogos, cada uno confinado en su propia cárcel consumiendo locuras ajenas. Son pensamientos… pensamientos muertos y olvidados, callados y ocultos por la maquinaria del ser: repletos de fallos y errores, copias de la locura temporal.

(Todo lo que comienza en comedia termina en política demagógica)

martes, 28 de septiembre de 2010

haiku


Solo la bestia
Sabe su lugar
Nadie la vera jamás.

lunes, 20 de septiembre de 2010

noche


El terror se plasma en las murallas. El viento azota la desvencijada ventana de mi alcoba. Un ruido ensordecedor pero a la vez seductor llega a mis oídos: estoy completamente solo, salvo… Sin mayores contemplaciones, alguien frenéticamente golpea la puerta con cólera animal. El miedo que deposita en mi cada golpe destruye cada parte racional de mi cuerpo, me vuelvo un tótem vegetativo y helado, el golpeteo continúa uniforme… furor, furor… la mezcla del miedo con el estupor de esta noche me hace sentir cada vez más débil e indefenso. La sangre palpitando en las sienes, la frente empapada de sudor, no puedo pensar ni observar con claridad: los contornos de mi habitación se desdibujan como si alguien conscientemente las borrara, extremidades no responden, estoy completamente indefenso: petrificado por el horror que cala en lo más hondo de mi ser… ¡y los golpeteos continúan!, me sangran las fosas nasales por el furor y el miedo y mi cabeza va a estallar y los golpeteos no paran y mis piernas no responden y no puedo c… raudamente los golpes en la puerta se callan, comienza el silencio sordo y expectante. La cerradura dorada se mueve lentamente. Por amor de dios que este cerrada, pienso desesperadamente; el movimiento se hace eterno bajo las tenues luces de mi habitación, suena un clic en señal de cerrado, oh gracias…muchas gracias. A los pocos segundos caigo semiinconsciente. Despierto boca abajo sobre la alfombra con un fuerte olor a putrefacción en la boca. Mi saliva está espesa y concentra un sabor amargo en mi mandíbula; sabor a miedo… pienso y sonrió levemente con clara satisfacción. En algún momento de la mañana (mientras me reponía del peculiar fenómeno que supuestamente presencié) se me pasó fugazmente la idea que todo lo que había sucedido ayer era sólo supersticiones mal fundadas o simplemente una vaga pesadilla con un personaje de película de terror, pero la sangre en la nariz me impedía tacharlo como una ilusión, lo de anoche fue real, todas esas sensaciones y el miedo que produjo en mí no es inherente a tan sólo un ordinario sueño. Me levanto cansado y huraño buscando en lo ocurrido una explicación lógica: deseoso de terminar esta jugarreta de una buena vez. Sin pensar abro la puerta maquinalmente (como todas las mañanas) y me dirijo rápidamente al lavabo que esta frente a la escalera: en el ventanal del fondo se nota un día soleado y ameno. El baño está tal cual como lo dejé la noche anterior: todo en su normal desorden y falta de limpieza. Me miro al espejo y veo la mancha de sangre en mi nariz, me río sardónicamente mientras abro la llave del agua que está un poco más abajo del espejo: me agacho y lavo energéticamente mis fosas para que no quede ningún rastro de coagulo alguno, me levanto…
¡Sorpresa!.
Siento los cristales del espejo resquebrajarse en mi cara, una mano helada me toma del cabello…

(Silencio)

miércoles, 1 de septiembre de 2010

caballos azules


La vista no es buena, jamás lo fue la verdad, sólo era un acantilado frente al puerto. Para mí la belleza que se depositaba en ese lugar era un concepto abstracto y difícil de precisar: sólo planicies vacías en un azulado aburrimiento oceánico que, sin embargo, era bello, era amargamente bello.
- ¿Quiénes son? - dijo la voz.
Cabalgan majestuosamente tan seguros de sus pasos que atormentan a cada hombre que los observa. La noche se resquebraja dando paso al astro mayor: la oscuridad muere cansada tras los centellantes pasos de la luz. Los pensamientos del muchacho hieren con fragilidad la armonía del alba: cada verso del furtivo poeta se entrecruza con sentimientos paganos de deidades temporales y cobardes… “no pienses muchacho”, dijo la voz. Craso error, los caballos no perdonan jamás.
El zumbido de las avispas devorando la azulada carne putrefacta. El horror de la muerte decorando carroñeras vidas, desdibujando en cada segundo los márgenes de nuestra propia naturaleza absurda y vana: terminaremos masticados y digeridos por las moscas creando más moscas, más excrementos y muchas más moscas. Y los caballos morirán, como todo en esta vida, y su elegante andar será cegado por las bestias de la modernidad.
- ¿Qué deseas? - dijo la voz.
Un paraíso en ruinas. Deseo vivir en un paraíso en ruinas donde anhelar lo imposible sea el sustento de cada día; repartiendo desdén por todos los lugares, así nadie tendrá la desdicha de no haber odiado a alguien (sin importar si fuese un minuto o una eternidad)… uno reina en su propio charco de excremento.
- ¿Quién eres? - dijo la voz.
Somos payasos infelices. Incapaces de reír, incapaces de hacer reír. Sólo nos contentamos con observar y ver el tiempo desangrándose en nuestros dedos, mirando desde lejos una felicidad ajena y soberbia que nos carcome de ira por el solo hecho de no poseerla.
Ahora creo en ti. Eres el dios que quieres ser…

(Silencio)

(Todo lo que comienza en comedia termina en la nada)

sábado, 21 de agosto de 2010

comedia


Las pesadillas no se pueden explicar bajo el método racional, ya que escapan a cualquier ordenamiento lógico, son ilusiones metafóricas del tiempo, son la actividad prosaica de nuestro subconsciente…
Gemidos lejanos desconcentran mí escribir de manera tan repentina como rauda. El rencor por los extraños gemidos fue claro. Me levanté cansadamente figurando un tedio acarreado desde hace años, cada vez mi cuerpo colinda de manera más cercana con los dolores propios del alma, tal vez el peso del “error” me ha vuelto un ser lleno de dolencias que a mi edad serian inimaginables o infundadas ni para los más enfermizos; alguna vez pensé que los dolores que sufro son una proyección del pesar de mi propia razón (no de mi alma, nuestros pensamientos también sufren, no es una cualidad netamente sentimental), como si mi cabeza sangrara materia gris profusamente y esta envenenara todos los recovecos de mi cuerpo, sin embargo, lo más probable es que el deplorable camastro que poseo en este lugar cada vez esté minando lentamente mi espalda y extremidades con punzantes dolores indescriptibles. Bueno: me levanté con grandes dificultades y me acerqué a los barrotes, apoyé mis manos manchadas con tinta o con formol y traté de observar en la densa oscuridad, “la mierda de eternidad”… ¿por qué dios no nos creo en la oscuridad para así poder distinguir que mierda pasa allá afuera?, pensé o maldije al vacío tratando absurdamente que mis pensamientos tengan repercusión, pero no ocurrió dicho milagro; tan solo los gemidos se acallaron de forma repentina para seguir con mayor intensidad y con un cierto aire de brutalidad (muy común en este lugar) que me hizo pasar de la clara curiosidad a un temor infundado y un tanto burlón.
Imaginé cerdos come hombres, ratas hambrientas en busca de dedos tiernos o simplemente un hombre que llora por una paja. Y todas estas reflexiones son una comedia barata inventada por mi enfermiza mente, que aburrida buscará formas de mantenerse activa; comenzará a inventarse sus propias problemáticas quiméricas y, por lo demás, bastante absurdas. Reí sin razón, como lo hace un loco desfigurando una realidad con sus propios y básicos pensamientos. Y los gemidos continuaban y se hacían más patentes. Caray, había olvidado por completo que mis oídos todavía están succionando sonidos foráneos como internos, o tan solo foráneos e internos a la vez.
Los gemidos no paran, nada para en este mundo caótico y usurero. Mi mirada se funde y se pliega en la oscuridad, ella me devora, ella me ama, ella me necesita, pero están los bastardos gemidos revoloteando como moscas en la mierda, está la absurda imagen simbólica que me causa asco y repulsión; no puedes cantar o bailar, no puedes tan solo callar y dejar que nuestros dos universos colisionen y se destruyan en un caos maravillo… no, no puedes. Tan solo gimes.
¡Bastardo, deja de violarlo! Digo, a los segundos calló. Cometí un dulce error, recuerdo que me senté y observé. Algunos segundos más tarde lo tenía en frente mío, me miraba y yo rehuía de esta. Sabía que yo era el siguiente.
Tan solo vi lágrimas en sus ojos…
(Todo lo que nace como comedia termina como tragicomedia)

lunes, 16 de agosto de 2010

tiempo bajo ilusión


10:44 pm

Fragilidades por doquier. Las urnas llenas de cráneos se abren plagando toda la luz de una extensa y belicosa oscuridad donde residen todos los miedos y temores preternaturales del hombre. En la oscuridad nacen y mueren los valientes sentimientos del poeta, del narrador, del científico y el explorador. Nadie se escapa, nadie comprende nada; todos corren caóticamente y sin razón, sumidos en el miedo por caer en la nada, por azotar su felicidad en la cruda realidad. Suena el reloj, mierda.

Solo escapamos en sueños…

Allí me encuentro fatigado por el astro mayor que mina y desfigura el horizonte, observo el suelo para paliar el punzante dolor de mis ojos, no hay nada. Tan solo hay un atisbo de soledad, de poesía, de belleza sin ningún sentido (y si tuviera, no importa). Me arrodillo exhausto, mis manos rozan la ardiente arena: quema, quema mucho, pero no importa. Ya el dolor no puede minar mi fortaleza como hombre. He
ganado bastardo sin rostro, te he jodido en donde más duele…

Solo escapamos en sueños…

La percepción del tiempo se vuelve más denso, trato de taladrar sus ojos con mis ojos para así escuchar sus pensamientos, ella sonríe nerviosa o tal vez un poco confundida. Nos besamos con un tedio mutuo, los dos no deseamos estar con el otro.

Solo escapamos en sueños…

¡Un pastel de crema láctea con un poco de chocolate espolvoreado!

Solo escapamos en sueños…

La leche tiene una capa de grasa en su superficie. El moquillento niño jugaba con tocar con su dedo (nauseabundo y con olor a barrio) la extraña capa. Era la primera vez que la veía en la leche y al principio le pareció interesante y un poco sutil (que sabe un mocoso que es sutil), tal vez para sus adentros pensaba que él era diferente al resto de los niños por el solo hecho de tener tan extraño y particular fenómeno en su taza pero, al ver que ningún otro camarada le interesaba su grandioso hallazgo perdió el interés en mostrarla. Al rato quiso tomarse la leche; hundió los dedos en la blanquecina leche y con un ágil movimiento de dedos la lanzo al piso. Un niño gordo y blanco (aunque por su suciedad no se podía ver su real color de piel) le dijo, eso se llama nata y es lo que se ocupa para hacer mantequilla.

Solo escapamos en sueños…

Y yo sentado aquí…

10:45 pm

domingo, 8 de agosto de 2010

hoy la realidad...

La lluvia comienza.

Yo nunca creí que ocurriera algo semejante, usted sabe buen hombre, nunca he sido precavido en asuntos de familia: ellos se pueden cuidar solos. Excepto Bertita… qué muchacha más divina, ¿usted la conoció?... qué lástima, es una lindura de nena, ella es la única víctima de todo esto, al fin y al cabo el resto siempre se lo buscó de alguna u otra forma. Todos tendrían que haber tenido presente que en algún momento las cuerdas del equilibrio se acabarán cortando. Pero no al extremo ocurrido…

¿Desea fumar?... bueno, Ricardo siempre fantaseaba con extravagantes ideas sexuales (me lo comentaba siempre en el trabajo) y se molestaba profundamente cuando su esposa se las negaba de sopetón en las frías noches de invierno, más de alguna vez lo vi en las noches de semana salir pegando portazos como un troglodita y aserruchando el asfalto con las llantas del coche (era un destartalado reno de los años noventa color rojo acercándose al rosado), no sabría decirle a qué horas llegaba o si es que llegaba finalmente, sólo recuerdo haberlo visto un par de veces a las tantas de la noche en el café Mota con una mujer con gorros de alfeñique y extremadamente morena… no me malinterprete, no soy una persona que se deja llevar por pendejerias racistas ni nada por el estilo, pero ella era bastante fea (no se le comparaba a Beatriz, la mujer de Ricardo), ósea, no sabría decirle francamente como era; los vi a lo lejos y nada más pero, no, Ricardo no era un hombre que buscara relaciones furtivas ni menos con esas mujeres. A veces pienso que tal vez iba a algún bar a tomarse un par de copas o, a lo sumo, a buscar un par de putas para pasar la noche. Claro, estas escapadas nocturnas siempre dejaban el ambiente tenso en la casa, Beatriz simplemente dormía con un sabor amargo en la boca sin pensar que Mateo luchaba con la cólera de ver su familia desmoronarse. Un par de veces hablé con el muchachito, siempre andaba temeroso y casi nunca se lo veía energético. Una vez, yo llegaba en la madrugada después del cambio de turno y me lo encontré tendido en la entrada de su casa todo orinado, sucio y con un fuerte olor a alcohol: atiné a revisar sus bolsillos para ver si tenía algo de valor ¡jaja! No, revise sus bolsillos para ver si encontraba las llaves. Su chaqueta estaba totalmente vomitada y cuando lo levanté se cayó un tubo de papel… nunca supe si realmente era cocaína o alguna droga extraña que consumen los jóvenes ahora (no como en mis tiempos que consumíamos pura marihuana al ritmo de Led Zeppelin). Nunca le dije a Ricardo lo visto esa noche: a estas alturas de la vida siento culpa de mi actuar, ya que él era mi amigo; no de los mejores, pero siempre nos tuvimos un mutuo cariño.
No, nunca me metí en nada, ellos tendrían que solucionar sus problemas solos, además ¿qué hubiera cambiado si yo dijera a Beatriz “sabes, tu hijo es un alcohólico o tal vez drogadicto, o tal vez ambos”... esas son huevadas. Yo tengo mis problemas como toda la gente, mi relación con mi única hija no es la mejor y Claudia ni siquiera quiere que se lo meta ¿puedes creer eso?, más de seis meses sin tener nada y yo no puedo sobrevivir a puras pajas, ya estoy calvo para eso.
Siempre me imaginé que se separarían. Nunca pensé que Beatriz haría explotar la casa. Ella tendría que haberlo querido mucho para tomar tan radical decisión, prefirió separar su relación con la muerte… ella parece que iba frecuentemente a la iglesia y llevaba a Bertita, pero no se qué mierda se le paso en su cabeza…con eso de las explosiones y el suicidio y la muerte de sus pobres hijos, ¿Qué culpa tenían esos pobres mocosos de tener padres infernos y disfuncionales del chape?… pero, y Ricardo…toda la familia muerta menos Ricardo. No, la verdad nunca supe de el después de esos fatídicos días, dicen que se fue al sur pero no sé nada más. Estoy seguro que algo sucedió con ellos, algo pasó entre esa pareja de enfermos para que las cosas fueran así y culposamente nadie lo sabrá, ese misterio quedará muerto bajo las cenizas de la casa de los Pérez Smith.

La televisión se prende… comienza el fútbol. La botella de cerveza al lado del velador se destapa, trago tras trago la historia se olvida, más que mal vivían a cinco casas, muy lejos para preocuparse por ellos.

La lluvia termina…

martes, 3 de agosto de 2010

¿Por qué escribí?


La Decadencia es la pérdida total de la inconsciencia ; porque la inconsciencia es el fundamento de la vida. El corazón, si pudiera pensar, se detendría."(fernando pessoa)

Bosquejos de una mente refractaria y radioactiva.

Escribo con estéril pluma que hiere en cada movimiento el blanco papel, escribí con remordimientos de un pasado sin gloria, confinado en cuatro paredes enloqueciendo bajo una luna tenue pero presente. Escribí sobre la muerta belleza, el dios purgado por el hombre… y cuanta blasfemia capaz de engendrar un simple humano: todo lo retrate como autómata sin ley, como huérfano en busca de comida, como soldado en busca de sangre y muerte buscando un futuro oscuro e incierto.
Ahora… no queda más, esta extraña ilusión de redimir el pasado me hace reflexionar sobre el presente, tal vez sea una pesadilla, un conjuro vago pero efectivo que me cautivo desde el primer momento que abrí los ojos y observe mi norte sin entender el contexto. Sí alguna vez tuvo uno.
Al fin y al cabo uno palabrea al caos, confiere a lo escrito vida propia sin entender quizás el fin mismo de garabatear palabras inconexas tratando de simular literatura. Buscando así una belleza inexistente, coartando la memoria para abolir el peso del cada día sentados en un raido pupitre escuchando axiomas matemáticos o leyendo sobre el origen de la vida !me vale un carajo¡ lo que deseo es que me atrapes en tus redes y no me dejes salir jamás, lo oíste, abstracta y maligna literatura, deseo fundirme en ti… pensar como Kafka, escuchar como Joyce, observar como Faulkner y reflexionar como Proust ¿ es tanto pedir? ¡Es tanto pedir!
Tantos como yo… viviendo en una miseria ideológica por el solo hecho de no poder deslumbrar sus más delirantes y desbordantes pensamientos. Ese irracional miedo infantil por cada paso que damos hacia adelante pueda ser una cruel condena en el futuro. ¿De dónde vendrá esa fanática obsesión por unas inmundas letras?...

Cuantos como yo… cuantos desquiciados como yo.

domingo, 25 de julio de 2010

vejez


El tiempo roe y carcome mi ser. Ya no canto como antes frente al espejo ni busco la anhelada paz en ver a mi descendencia crecer fuertes y sabios. Miro mí reflejo en el espejo, te aborrezco desdeñable y sardónica imagen; aborrezco tu blanca barba, tu curva espalda, tus manchas en la piel y tu amorfa soledad.
¿Por qué no se lo dijiste cuanto estaba viva?... Y ahora; mírate, opaco y sin vida. Mira por favor tu cuarto, todos tus libros desparramados, tus brillantes soldados de plomo vestidos de una grisácea capa de polvo, tu camastro sucio: ese camastro que te sirvió para tantas noches de sano placer junto con Rachel ahora está olvidado como todo lo resultante de tu universo. ¿Qué te ha pasado hombre por el amor de Dios?
Ya mi cabello esta blanco y mis testículos marchitos, ya no queda nada más que hacer que refugiarse en los esplendorosos recuerdos. Recuerdos bellos y distantes… donde reías a mi lado, me mirabas sin pena ni desdén, te deseaba, no sabes cuánto te deseaba(o más bien te deseo) pero todo mi ser esta carcomido por las ratas del tiempo. Ya solo queda tiempo para lamentarme frente a la a ventana mientras la lluvia azota frenéticamente la techumbre. Me hubiera encantado elegir el camino de la purificación, no este.

-abuelo… ¿eres feliz?-

- a ratos… como toda la gente…-

sábado, 10 de julio de 2010

retratos... retratos tras retratos


El fresco en la muralla era de madame Clauverd. Lo pintó cerca de su muerte y cuando el tumor en su cabeza la postraba, semana tras semana, en una fría y desdeñosa pieza fuera de la casa central.
La pintura figuraba varias imágenes simbólicas de su vida, era casi como un retrato de su vida, pero pesimista y colérica; los colores, las texturas. Claramente se observaba el frenesí rabioso y desenfrenado en cada brochada…

- Estás desquiciada - dijo el conde de Baviera una vez, cuando observó que madame Clauverd mezclaba su semen con óleo para terminar la imagen sacra de la virgen de los remedios.

- Quiero pintar con vida, quiero que mis obras no sean sólo representaciones ficcionadas de mi alma, siento que la pintura me llama a buscar no ser sólo imágenes. Deben respirar, sentir, llorar y amar como su autor, como su pintor. Por eso, la virgen necesita ser pintada con fluidos humanos -.

Así comenzó a recolectar fluidos. En principio, ocupaba orina o sudor para mezclarlas con tinturas. Tenían color y se diluían fácilmente en la tela pero, sin embargo, el olor era insoportable y su poca resistencia al calor lo hacía inútil para pintar. Pero, todos estos inconvenientes no desmotivaron a la madame. Es más, comenzó a estudiar grandes volúmenes de anatomía como fisiología humana y animal: comenzó a cazar gatos y perros para ver si su orina o su sangre le eran útiles para pintar, pero lo descarto a los primeros fracasos sin mayores contemplaciones. Ya el semen, la orina y el sudor le era insustancial como también poco atractivo para su empresa. Necesitaba más, y más, y más. Algo con cuerpo, con vida: como la sangre.

- En los cementerios no hay sangre, idiota-. Le dijo el alquimista Jean Paul Cloumans. Ella miraba con una mueca satírica y sin entender la realidad. Ya hace meses que vivía subyugada en un mundo sin fronteras morales ni éticas. Se despertaba todas las noches excitada, sudada y sola.

Clauverd desde niña le tenía miedo a los cortes, y no estaba dispuesta a ella misma sangrar para poder pintar. Para esto ocupó a Bayard, un esquizofrénico que servía en la casa de sus padres. Bayard tenía fama de comer ratas y servirse de sus propios fluidos para alimentarse. Muchas veces el sagrado tribunal trató de arrestarlo infiriendo que tenía pactos con el mal o que era adepto a la nigromancia. Pero, el padre de la madame intercedió ante el tribunal eclesiástico, presumiblemente por la culpa que le producía haber engendrado un bastardo como él. Este pobre hombre era lo que necesitaba para su empresa. Pero Cloumans le habló en un sueño que la sangre de un hombre con deplorables hábitos alimenticios iba a destruir por completo la tela. Esto no impedía del todo ser utilizado para un macabro propósito: él haría el trabajo sucio, él sería el asesino.
Necesitaba una niña. Sí, la sangre de las niñas es más fértil y sutil que la de los hombres, su delicadeza en el cuidado de sus cuerpos la hacen ideales para compartir su sangre con madame Clauverd; más que mal, es por arte.
Eloísa Rieux tocaba melodías de Bach para su abuela ciega. En las noches remendaba sus vestidos junto al calor de las velas. Le gustaba pasear por el parque y era prometida de Sir Walter Ninpaw. Era bella y delicada, sutil e interesante. Era la indicada.
Bayard en principio no aceptó la propuesta: no aceptó dinero ni bienes. Pero, no pudo rehusarse a poder tocar y penetrar el cuerpo de la madame. Para Clauverd ese hombre le era repulsivo y desdeñable, pero no hubo caso con él. Tendría que gruñir para conseguir la pintura.
En este punto la historia se vuelve intrincada. Ya me es difícil seguir cronológicamente la narración, incluso lo es para un narrador omnisciente. Todo se funde en una amalgama de saberes y poderes incompletos, acciones inútiles y absurdas hasta para un niño, que, sin embargo, consiguieron su cruel y enfermizo objetivo.
Eloísa Rieux fue asesinada el 4 de octubre junto a su cama. El asesino deslumbraba falta de talento y frialdad. Desfiguró el cuerpo con puñaladas innecesarias, corrompió sus cabellos y uñas, destruyó sus venas volviendo a la pobre Eloísa en un des-humano, incluso para un cadáver. Paradójicamente, nadie pudo inferir quién fue el asesino; unos decían que fue una especie de sabueso gigante, otros pensaban que fue una vendetta política por la muerte de Alonso, el duque de Mauspierre, rival en la corte del padre de Eloísa. Al fin y al cabo nadie pudo averiguar realmente quién fue el ejecutor, incluso con lo torpe que fue éste al cometer el crimen.
Junto con la tela se encontraba la palpitante sangre. Estaba quieta, caliente y con vida. Madame Clauverd estaba sentada mirando la tela blanca y estéril. Después de un rato (diez minutos o todo un día) se dignó a levantarse para tomar el pincel. Lo untó en la sangre que comenzaba a cuajar y comenzó a pintar. Se sentía fresco y hermoso, dulce y apasionado. En cada pincelada plasmaba un toque vital sin comparación alguna. Al ya estar el fondo totalmente pintado, retrocedió para ver el principio de la obra más grande de la historia de la pintura. Lo observó: era bello. Rió como niña, cerró los ojos gratamente y al abrirlos su obra comenzaba a quemarse. No, no puede ser… Rápidamente corrió a sofocar las llamas con sus manos, pero era imposible, era un fuego helado. Gritaba despavorida, gritaba como si sólo su voz fuera oída en la tierra, gritaba y gritaba y su obra cada vez se iba consumiendo más. Gritaba sin remordimientos, gritaba con una pasión desenfrenada, sus manos estaban calcinadas, la gente comenzó agolparse en la puerta, los hombres forzaron la puerta y ella gritaba y gritaba, los hombres la detuvieron, los hombres la encontraron gritando y gritando, frente a una tela blanca… sin pintura alguna.

viernes, 2 de julio de 2010

imaginacion...


Escribo…

En mi pieza perdura el silencio. La calma y la oscuridad se funden creando un ambiente único y apacible. Acostado reflexiono burdas paradojas que no conducen a nada, busco un imaginar centellante como lo soñé cuando pequeño, en donde mis problemas se reducían a tan solo unas cuantas patrañas y rabietas mal controladas. Recuerdo el sol azotándome la frente, mis ojos depositados en el balón, en mis amigos, en mis juguetes, en mi ser. Nada me faltaba… esperen, recuerdo un sentimiento vacío y parco, no: no era un sentimiento, era un anhelo: si, recuerdo ese anhelo, lo recuerdo claramente.
Tenía el pelo largo y ocupaba pantalones color cobrizo. Su piel era de un blanco invierno, sus ojos eran de un marrón profundo y uniforme que acentuaba aún más su caucásico parecer. Era pequeño y rechoncho: gustaba de grandes festines junto con su familia. Jugaba brisca con los mayores, escribía el puntaje en los juegos de domino y leía ciencia ficción. Planeaba casarse con una extranjera de esbelta figura y magnos senos. Prefería caminar que correr, siempre andaba rascándose los testículos por el bolsillo del pantalón y nunca estudiaba ya que albergaba un sueño acumulado de noches de imaginaria masturbación.

Nunca tuvo nombre. Claro, si jamás nació ni murió, solo existió en los parajes de una imaginación infantil, solo existió en mi cabeza. El es el amigo que jamás tuve, el fue mi compañero de tantos pensamientos inconclusos e incomprensibles; él era mi anhelo, el era mi sueño, el era mi hermano…

sábado, 19 de junio de 2010

conciencia de una mente incoherente...


Conciencia…

Sientes misericordia… imagina a tu madre arder en manos de hombres sin rostro. La mosca todavía molesta pero déjala… se irá a algún lugar; lejos, muy lejos donde el sol no palpite los ramos de nuestra frente. Frenética sombra te ríes de mí: pero madre no me llames por mi nombre, no soy tu hijo, soy el dios de la misericordia y soy la vida de tus vástagos restantes… ahora soy el destructor de mundos, soy la muerte, arde frenéticamente y sin compasión porqué dios te condeno a vivir sin carne, incorpóreo y donde nadie te recuerde como tal. Te ríes de mi pequeño príncipe, madre abrázame, padre no me falles… no deseo, no temo, madre no vuelvas a venir. Yo seré el dios que no sufre ni lamenta la pérdida de fe de sus ciervos porque la soledad depende de la nada, hijo abrázame y no me dejes caer…bueno márchate y no vuelvas, el lápiz deja de sangrar tinta, mi pene esta estéril, recuerda que solo soy un pequeño dios, no quiero morir en manos de los vikingos ¡arde! arde capullo pusilánime… me guardas rencor como todo el mundo por no voltear hacia atrás. Mira y lamenta que no eres feliz… cometes el pecado mas aberrante del universo. No eres feliz... serás uno de los miles de muertos no llorados, serás un recuerdo que se desgranara en el tiempo…

Despierto. Le reloj marca las 6 pm, comienza el día. Comienza mi ardua labor.

martes, 8 de junio de 2010

bifurcaciones


Una vieja gorda y sebosa cortó el raído ticket como una autómata. Recuerdo su expresión torpe y recia frente a mi cara de evidente estupor. Comencé a caminar por un pasillo sin estética alguna pensando trivialidades (como siempre), disfrutando, tal vez amargamente, un presente ficcionado en base a recurrentes recuerdos de un pasado lejano que frustraban mi imaginación, causando de alguna forma esta cierta afección personal hacia el crack, el alcohol y el porno.

La sala del cine era pequeña, vieja y con un presente olor a cloro, las butacas eran de un paño grisáceo uniforme que acentuaba aún más la oscuridad reinante en la habitación. Tan solo había ocho o nueve hombres que observaban de reojo y con claro desdén (o vergüenza) mi presencia. Observé que una gran mayoría tapaba sus piernas con prendas, ¿Por qué?; reí y me senté al fondo de la sala, el piso estaba pegoteado… tal vez sea semen o alguna gaseosa que se derramó previamente. Furtivamente desenrollé el papelillo de cocaína que tenía en mi bolsillo, y como no tenía ninguna pajilla introduje los dedos en el polvo y jalé toda esa miseria tóxica (se me olvidó picarla). Mi mente sucumbió a la blanca anestesia.

Las imágenes comenzaron a proyectarse, pero mi mente no alcanzaba a captar la escena. Veía la penetración, escuchaba los orgásmicos gritos, pero mi mente escapó a otro recóndito paraje donde los contextos se bifurcan en pensamientos abstractos e inconexos: donde uno no nace de la unión del padre y la madre, sino los hijos procrean a sus hermanos; donde las mariposas no vuelan, sino reptan y son los seres más aberrantes de la creación; donde el susurro de Dios no es escuchado por él…

¡AHHHHHHH¡

El estrepitoso grito del mentiroso orgasmo me devuelve a la realidad. La escena acabó, me siento estafado. Todos en mí alrededor muestran indicios de claro cansancio o excitación, pero yo no. Ni siquiera se endureció.

domingo, 30 de mayo de 2010

limosna


Las campanadas católicas comenzaron tarde, siempre comienzan a las nueve y media pero hoy comenzaron con siete minutos de retraso. Era de noche, sin embargo llovía tenuemente en la ciudad. Camine hacia la puerta de la iglesia a pedir limosna a los feligreses que entraban atrasados al sermón del cura delmard. Algunos hombres de terno raudamente sacaban una moneda para así no demorar más su camino hacía un seguro puesto frente al altar. Otros, me ignoraban sin ninguna culpa, algunos me negaban con la mano o con una palabra despectiva, a los niños de daba un cierto temor mi cruda presencia ¿acaso nunca habían visto a un mendigo? .Al fin y al cabo ninguna moneda entregaba era con verdadera caridad, de igual forma recaude dinero suficiente. Con desdén camine por el asfalto mojado hacia la gran casa. Era una noche fría y amarga donde las penas se funden con las alegrías, los recuerdos se mezclan con la realidad confundiendo todo haciéndolo irreal; como una fáunica pesadilla.
Ahora en la gran casa: mi hogar que comparto con perros, drogadictos, pedófilos, ratas y cucarachas desde tantos años que su suciedad imprime cada putrefacto lugar. Este es mi antro donde me emborracho junto con mi sombra contemplando el devenir de mi soledad, buscando tal vez erradamente un consuelo junto a la luna que me haga sobrevivir a las frías noches de tempestad como esta.
Trago tras trago anestesia mi cuerpo. Las calles están vacías, igual que mi cabeza, igual que alma, igual que mí ser. Todo en mi sé a podrido, todo en mi esta carcomido, tan solo soy una cascara que recubre el vacío, mi soledad eterna junto al cielo, contemplando el firmamento junto a mi sombra…
Anochece y me consumo. La tormenta azota mi hogar crudamente. Todo se filtra, las ventanas están rotas; el piso se humedece cada vez más. Cierro los ojos tratando de fugarme a la fantasía pero, es imposible; las mariposas no vuelan en la lluvia, las luciérnagas no se iluminan en la tempestad: los sueños se ahogan en la lluvia.

No te puedo recordar, me es imposible…

No me puedo escapar, mis pies están llenos de concreto.

¿Sí me hubiera quedado en casa?

Te recuerdo con fatalidad, me gustaría que estuvieras junto a mí.

Junto a ti no había miedo. Te amo…

Pero ya tu me miras desde el jardín de al lado. Ya escapaste, ya eres libre…

sábado, 15 de mayo de 2010

culpa


Sientes ira al ver tus entrañas rasgadas por las moscas. Sientes cólera: es natural.

Sentado en el raído sillón leyendo un libro de olvidada ciencia, siento la extraña corazonada que hay una presencia distinta a la mía. Giro la cabeza hacia la puerta, pero no encuentro nada. Me levanto y camino cansadamente hacia la puerta, pero no encuentro nada. Tranquilamente vuelvo hacia mi lugar de origen para retomar mi previa actividad, me dejo caer pesadamente en el sillón tratando de buscar nuevamente la perturbada paz. Es una noche fría y desolada, sin embargo, era bastante agradable para dedicarse al olvidado arte de la lectura.
Las horas pasaron suavemente. Para extrañeza mía no pude leer fluidamente como lo hacía las noches anteriores, era extraño, mi alma estaba intranquila o vulnerable a un sentimiento de inseguridad, a ratos un repentino miedo me obligaba a detener mi acción y buscar en mis alrededores esa… esa perturbadora “presencia” que no me dejaba en paz.
El cansancio me venció de golpe, no recuerdo cuanto dormí ni el cómo, pero fue un incomodo y agobiante pernoctar en el desgastado sillón. Al despertar, la presencia se hacía cada vez más fuerte, recuerdo claramente que en la ventana se dibujaban distintas figuras amorfas y sin claro objetivo; estaba raramente atemorizado. Me levante con malestar ya que mi espalda sufrió de sobremanera al dormitar en posiciones tan incomodas, pensé en ir a la cama, tal vez el no dormir correctamente como cualquier cristiano me esté causando esta especie de paranoia, que diablos sé yo… Caminé por el pasillo en penumbras siguiendo la ruta con la mano izquierda pegada a la muralla, baje las escaleras de forma lenta y torpe como un autómata. Miré la sala de estar fijamente y allí estaba la presencia, claro, no me había equivocado en lo absoluto.

- todo se paga, recuerdas… -

- esperé este momento Ralph, el momento en que por fin me liberarás de la culpa… -

(Silencio)

sábado, 8 de mayo de 2010

madre


Me es difícil comenzar el escribir de un ser que me llena tanto mi razón como mi alma. Claro, me es casi imposible hablar de mi madre.
Ahora, en un día solidado y bello emprendo la ardua tarea de hablar de ti. El concepto de madre es tan difícil, tan profundo, lleno de recovecos bellos que a cualquier hombre lo aturden en el solo hecho de tratar de describirlos, relacionarlos, alabarlos y justificarlos. Es difícil precisar el sentir de uno, es difícil incluso descubrir el pensar de uno pero, gracias a los recuerdos comprendemos su real significado, entendemos el verdadero contexto de familia y el de ser familia unidos bajo el yugo del amor.

Madre. Concluyo que siempre seré el pequeño niño indefenso en búsqueda constante de protección. Recuerdo las mañanas despertando juntos, anhelando que el tiempo se detenga de golpe atesorando cada minuto, cada sentir, cada respirar fecundo proporcionado por la unión de los dos, esa unión constante hilada por el instinto milenario recubierto del amar mutuo de dos seres nacidos de uno, de dos seres encadenados de por vida.

Siempre serás mi madre…

Me es difícil no sentirse colérico por el solo hecho que mis palabras no puedan reflejar mi sentir, este sublime cariño mutuo destinado tan solo a nosotros. Al fin y al cabo me siento afortunado de tenerte, de verte feliz, de buscar protegerte en la tristeza reuniendo todo lo nuestro en la dicha de nuestra familia. La paz de nuestra familia unida bajo tu alero protector

Siempre serás mi madre…

Temo fallarte. Tal vez en este momento sienta culpa por estar destinado a abandonarte, del no poder haber tenido conciencia de lo feliz que era a tu lado, de no poder acariciarte con las mismas manos de niño, de no poder retribuirte toda la felicidad me que has entregado, de no poder protegerte, el ser tan débil, de tener cimientos de barro, del no poder besarte como lo anhelo, de sentir rabia en la boca del estomago por todos los errores cometidos, por dejarte a un lado junto con todo lo que más amo; Creyendo que era natural, pensando que eso era lo que estaba destinado para mi, actuando como un verdadero hijo. Actuando como un verdadero hombre.

Siempre serás mi madre…

Ahora. Enfermo busco él porque de mi pesar, tal vez me he abandonado lo suficiente como para haber perdido la noción de la realidad viviendo siempre en mi propio universo creado. Siempre le he temido a la realidad y tú lo sabes. Madre, comprendo tu pesar de ver a tu hijo caer y créeme que el mío es aún mayor. Del sentirme en un perpetuo cansancio buscando la salida sin comprender cuál es el real camino que me toco realizar, tratando que nuestro mundo no nos deje atrás por el solo hecho que yo no tengo deseos de caminar.

Siempre serás mi madre…

Trato de mantener la calma, de demostrar tranquilidad para así no dañarte ya que, eres lo más sagrado para mí. Tratare de protegerte hasta el final de nuestros tiempos destruyendo a todo ser que te haga algún mal, volviéndome demente por el solo hecho que dios me condeno a no poder amarte como lo deseo, al sentirme vacío por no expresar lo que siento recurriendo siempre a esto. El tormentoso arte del escribir.
Al fin y al cabo caminare. Me tranquiliza el hecho que siempre estarás a mi lado tratando que hacerme la vida más fácil pero, que importa, lo que realmente importa es que…

Siempre serás mi madre.

te ama tu hijo.Roberto.

miércoles, 28 de abril de 2010

un discurso en la fragua del infierno


No sé cuál es mi motivo al escribirte, reconocerás mi desesperación al recurrir al olvidado arte epistolar para llamar tu atención. Está claro que de alguna forma mi existencia se ha vuelto vana como efímera y en cierto punto te irritará el solo hecho que pida compasión desde los parajes del olvido.
En principio, reconozco mis faltas. En este lugar la única actividad posible es el eterno pensar en el error, el casi placer morboso por olvidar el pasado y así tratar (en vano) de sustentar mis esperanzas en lo nuevo, lo bello y placentero. Pero, al fin y al cabo, es absurdo a causa de mi existente fatalismo ideológico construido gracias al paso del tiempo, creando en mí una suerte de frontera que limita mi actuar haciéndolo vano, absurdo e irrisorio.
No pienses que esta especie de expedición a todos mis errores es necesariamente positiva, es un martirio constante el solo hecho de rememorar los rostros de cada persona que dañe, el ver que las heridas no cicatrizan y sangran profusamente. Rostros desfigurados por lágrimas melancólicas, años de perpetuo sufrir que a cualquier hombre lo vuelve un autómata delirante de dolor.
Si, sé que piensas que siento remordimiento y lo sabes, es verdad. Beatriz, jamás entendiste mi ser, siempre estuviste atemorizada por un futuro creado en base a la miseria del presente, si tan solo hubieras creído en mi arte del actuar o tan solo hubieras pensado que sin mí las cosas estarían peores, quizás así hubiéramos salido de ese sucucho feo y pestilente donde nació Leonora. ¿Recuerdas?, tengo presente cada grito, cada gemido tuyo lo atesoro como uno de mis dolores más grandes que he sufrido en vida, tan solo comparable con el malestar que sufro ahora.

No escribes, no llamas, no existes…

Odio el hecho de que las palabras no puedan plasmar el frío de mi celda, el sabor a miseria de cada comida en este maldito lugar, miradas penetrantes que acobardan mi hombría, noches oscuras bajo un manto húmedo fantaseando con la idea de volver a ver la luz. Beatriz, sabes que es completamente justo y necesario mi sufrir por los males causados en el pasado, pero necesito que vuelvas a estar parada a mi lado, mirando tal vez la sombra del hombre que creo que amaste.

No escribes, no llamas, no existes…

No me recrimines, sé que soy un asesino. Tú cuerpo cabizbajo se burla dentro de mis recuerdos y no quiero olvidarte, no quiero verte como una desconocida. Tal vez sea onírico pensar que me volverás a acompañar. Pero no sientas odio por mí, tan solo deseo saber de ti, que todavía existes sin guárdame rencor. Sólo pido que tú tengas paz, ya que así yo tendré mi anhelada redención.

Me despido, adiós…

P.D.: ¿Cómo esta Leonora?

P.P.D.: saldré, recuerda que volveré…

sábado, 24 de abril de 2010

amanecer


Ya no más, ven, ven, ven, ven a mí….

Cae, pobre diablo, enfermo, lisiado, cae…

Las moscas se comen tu cerebro ¿sabes por qué? …

Tienes mierda en la cabeza. Si, mierda en la cabeza…

(Silencio)

Despierto empapado en sudor y con un irritante malestar estomacal, mi saliva es más lechosa que de costumbre que acentúa aun más el amargo sabor que tengo en mi boca. Faltan cuatro minutos para las cinco am y el alba comienza aparecer en mi ventana. Forzosamente trato de volver a conciliar el sueño tapándome la cabeza con la sabana como lo hacía cuando pequeño al estar asustado pero, el esfuerzo es vano, estoy cada vez mas despierto, atemorizado mirando la techumbre de mi pieza preguntándome porque me es tan difícil dormir, porque no puedo descansar como cualquier mortal después de un agobiante día de pesar.

Sumido en melancólicas reflexiones me doy por vencido. Me levanto aturdido en busca de agua para sacarme el amargo sabor de mi boca, camino tranquilo y pausado por el oscuro corredor que me conduce rápidamente a la cocina, prendo la estéril y blanca luz que me ciega en principio, tomo el vaso, lo lleno naturalmente con agua, lo bebo en grandes tragos y al terminar; siento un malestar, se me cae el vaso.

Cresta…

Los vidrios esparcidos peligrosamente me hipnotizan, comienza ese extraño ruido, ese misterioso aletear…

No otra vez…

(Silencio)

sábado, 17 de abril de 2010

moscas


Camino bajo el asfalto mojado sin deseos de existir, subyugado por una extraña melancolía que me hace sentir completamente débil, desprotegido, lisiado de toda cordura aparente.

Me detengo, ya estoy harto de divagar por esta ciudad de aburrida existencia, los mismos autómatas que se hacen llamar gente, los mismos lugares plomos, detestables, repulsivos, cansados, húmedos que se mezclan de forma uniforme y sin diferencia con lo bueno, sutil y delicado.

Compré vodka y un poco de pan. No, miento, compré tan solo vodka ya que no me alcanzó para alimentos y como siempre, preferí emborracharme antes de comer. Seguí caminando hasta que llegue a ese bloque habitable llamado hogar, subí las escaleras de forma pesada y torpe, la puerta del departamento estaba abierta (al parecer yo la deje abierta después de salir) pero que importa, los delincuentes le roban a gente importante, gente con preponderancia sobre la vida, no a vástagos con aires de grandeza que no luchan para que sus vidas cambien, simplemente se preocupan por mantener la copa llena y seguir palabreando al caos.

Al abrir la puerta, vi en la oscuridad total una sombra amorfa pero a la vez con delicados movimientos y curvaturas. Prendí extrañado la bombilla: la extraña figura era nada más ni nada menos que un pequeño gato.

Estaba echado en el roído sillón moviendo la cola cadenciosamente tratando así de ganar mi simpatía. En principio, lo tomé con la común indiferencia, lo corrí a un lado y me puse a beber. Estuve sumido en largas reflexiones sobre el día, la noche, los sueños y la cordura que me mantuvieron ocupado por un par de horas. Cuando volví en sí, estaba borracho.

Y ese inmundo gato seguía allí, lamiéndome, jugando con mis dedos, acicalándose en mis mangas. Ese detestable ser quiere destruirme, quitarme mis cosas. Sí, se lo que tramas, se lo que quieres, fuera de aquí, fuera de mi lugar, esta es mi miseria, no la tuya, fuera, fuera de aquí pedazo de excremento, ándate… ¡fuera!

(Silencio)

domingo, 4 de abril de 2010

gato



Frente a una muralla sucia y pestilente yacía el cuerpo de un moribundo gato. El hedor de su piel delataba un avanzado estado de descomposición que se mantenía en constante presencia por las precarias condiciones de ventilación que poseía la habitación. Su pelaje (o lo que quedaba de él) era de un color grisáceo uniforme con pequeños manchones de tonalidades variadas en sus orejas y patas. Su tamaño era ridículamente pequeño (hasta para un gato) que delataba su corta edad o un estado avanzado de desnutrición.

Estaba tendido apegado a la muralla. En los alrededores no había nada delatador, salvo unos manchones de sangre en el costado superior de la pared. La sangre estaba completamente seca y era difícil verla a simple vista (por el excesivo estado de suciedad). Pero en definitiva se podía reconocer que provenía del minino moribundo.

Al despertar, la resaca me taladraba cada vez más fuerte mi cráneo pero, al fin de cuentas no importaba, ya la costumbre me había cegado a la molestia que producían unos tragos de más. Esta mañana se parecía mucho a las anteriores, salvo por el mortuorio espectáculo que me toco presenciar. De igual forma, se parecía mucho a todos los días de mi vida.

Mi abrigo tenía una gran mancha de mostaza en la solapa pero, como siempre, me era indiferente. Ya hace mucho tiempo que no me preocupaba nada más que mantener la copa siempre llena.

“¿Qué hace ese gato en mi casa?” me pregunté dos o tres veces sin ninguna respuesta satisfactoria (mi mente todavía seguía anestesiada por el alcohol). Hasta que me levante de mi silla y lo vi de mejor posición. Estaba muerto obviamente.

Tal vez un sabueso juguetón lo destrozó mientras jugaba con él o murió a manos de la disentería gatuna. Qué sé yo, buscaré una bolsa para deshacerme de él rápidamente antes que lleguen las moscas. Raudamente (para un alcohólico) introduje al gato (o lo que quedaba de él) en la bolsa sin percatarme del dolor en mi mano derecha. Luego bajé a la planta baja donde se encontraban los depósitos y lo arroje sin mayores contemplaciones. El cielo delataba una próxima tormenta. Más tarde, subí por las escaleras y me encontré con Blanca, la detestable niña huérfana.

-Señor Santome ¿Qué le pasó en la mano?-

Nada querida, tan solo fue una noche de borrachera.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Ennegrecer



Había dos sillas depositadas una tras otra. Una mesa cubría parte de la solitaria habitación en la que yacía nuestro moribundo amigo, sentado, llorando silenciosamente. Su hermano entra y se sienta tras él sin decir nada, prende un cigarrillo mientras con el pie sigue el compás de Blindtd by the Light.


Onk: ennegrece junto a mí, es el acto más racional que puedes hacer en este momento.

Flow: el horror, el horror… el horror de verme en este estado de miseria junto a ti, ya la muerte llama cálidamente a mi puerta (llorando con mayor intensidad).

Onk: la muerte siempre te llama, siempre espera a que nos dignemos a contestar su llamado. Pero, nosotros siempre obstinados a que nada puede cambiar, nos volvemos cada día más sordos.

Flow: hermano, maté a un hombre, ya nada me queda. Siempre he mirado la vida desde el punto de un extranjero y al sumirme en ella la aborrezco porque ella me rechazó, ella me volvió infeliz por el mero hecho de no vivirla como ella lo propuso.

Onk: construiste tu soledad, márchate como llegaste a la vida, márchate y dedícale tu último aliento vital a la copa que siempre te ha acompañado en este periplo delirante.

Flow: ¿quién te enseño esto? (Paran las lágrimas)

Onk: la miseria… (Apaga el cigarrillo con la bota)

Onk sacó de su bolsillo un ovillo de lana, luego de ponerlo en el suelo lo hizo rodar hacia la puerta, más tarde y cuando todo estaba en calma sacó su colt 45. Él cargó una bala previamente marcada, puso la cabeza de su hermano junto a la suya y se preparó para disparar la bala que comenzará el periplo hacia la eternidad.

Onk: ennegrece conmigo hermano… ¡ennegrece junto a mi¡

Un sonido sordo se deslizó por la penumbra, el silencio junto a la oscuridad era el demiurgo reinante. Ya no había luz, solo la ennegrecida y miserable pieza de Flow que cada segundo comenzaba a perder su vida.

(Silencio)

Onk soltó la cabeza de su hermano que rápidamente se desplomó. Al ver su cara, vio que había una mueca satírica en ella. Su hermano era feliz. Luego, observó la cama y se toco la herida que tenía en la sien, sangraba proporcionalmente al agujero que produjo la bala. Prendió un cigarrillo, pero ya no era lo mismo, ya todo había cambiado.