domingo, 25 de julio de 2010

vejez


El tiempo roe y carcome mi ser. Ya no canto como antes frente al espejo ni busco la anhelada paz en ver a mi descendencia crecer fuertes y sabios. Miro mí reflejo en el espejo, te aborrezco desdeñable y sardónica imagen; aborrezco tu blanca barba, tu curva espalda, tus manchas en la piel y tu amorfa soledad.
¿Por qué no se lo dijiste cuanto estaba viva?... Y ahora; mírate, opaco y sin vida. Mira por favor tu cuarto, todos tus libros desparramados, tus brillantes soldados de plomo vestidos de una grisácea capa de polvo, tu camastro sucio: ese camastro que te sirvió para tantas noches de sano placer junto con Rachel ahora está olvidado como todo lo resultante de tu universo. ¿Qué te ha pasado hombre por el amor de Dios?
Ya mi cabello esta blanco y mis testículos marchitos, ya no queda nada más que hacer que refugiarse en los esplendorosos recuerdos. Recuerdos bellos y distantes… donde reías a mi lado, me mirabas sin pena ni desdén, te deseaba, no sabes cuánto te deseaba(o más bien te deseo) pero todo mi ser esta carcomido por las ratas del tiempo. Ya solo queda tiempo para lamentarme frente a la a ventana mientras la lluvia azota frenéticamente la techumbre. Me hubiera encantado elegir el camino de la purificación, no este.

-abuelo… ¿eres feliz?-

- a ratos… como toda la gente…-

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