sábado, 15 de mayo de 2010

culpa


Sientes ira al ver tus entrañas rasgadas por las moscas. Sientes cólera: es natural.

Sentado en el raído sillón leyendo un libro de olvidada ciencia, siento la extraña corazonada que hay una presencia distinta a la mía. Giro la cabeza hacia la puerta, pero no encuentro nada. Me levanto y camino cansadamente hacia la puerta, pero no encuentro nada. Tranquilamente vuelvo hacia mi lugar de origen para retomar mi previa actividad, me dejo caer pesadamente en el sillón tratando de buscar nuevamente la perturbada paz. Es una noche fría y desolada, sin embargo, era bastante agradable para dedicarse al olvidado arte de la lectura.
Las horas pasaron suavemente. Para extrañeza mía no pude leer fluidamente como lo hacía las noches anteriores, era extraño, mi alma estaba intranquila o vulnerable a un sentimiento de inseguridad, a ratos un repentino miedo me obligaba a detener mi acción y buscar en mis alrededores esa… esa perturbadora “presencia” que no me dejaba en paz.
El cansancio me venció de golpe, no recuerdo cuanto dormí ni el cómo, pero fue un incomodo y agobiante pernoctar en el desgastado sillón. Al despertar, la presencia se hacía cada vez más fuerte, recuerdo claramente que en la ventana se dibujaban distintas figuras amorfas y sin claro objetivo; estaba raramente atemorizado. Me levante con malestar ya que mi espalda sufrió de sobremanera al dormitar en posiciones tan incomodas, pensé en ir a la cama, tal vez el no dormir correctamente como cualquier cristiano me esté causando esta especie de paranoia, que diablos sé yo… Caminé por el pasillo en penumbras siguiendo la ruta con la mano izquierda pegada a la muralla, baje las escaleras de forma lenta y torpe como un autómata. Miré la sala de estar fijamente y allí estaba la presencia, claro, no me había equivocado en lo absoluto.

- todo se paga, recuerdas… -

- esperé este momento Ralph, el momento en que por fin me liberarás de la culpa… -

(Silencio)

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