sábado, 21 de agosto de 2010

comedia


Las pesadillas no se pueden explicar bajo el método racional, ya que escapan a cualquier ordenamiento lógico, son ilusiones metafóricas del tiempo, son la actividad prosaica de nuestro subconsciente…
Gemidos lejanos desconcentran mí escribir de manera tan repentina como rauda. El rencor por los extraños gemidos fue claro. Me levanté cansadamente figurando un tedio acarreado desde hace años, cada vez mi cuerpo colinda de manera más cercana con los dolores propios del alma, tal vez el peso del “error” me ha vuelto un ser lleno de dolencias que a mi edad serian inimaginables o infundadas ni para los más enfermizos; alguna vez pensé que los dolores que sufro son una proyección del pesar de mi propia razón (no de mi alma, nuestros pensamientos también sufren, no es una cualidad netamente sentimental), como si mi cabeza sangrara materia gris profusamente y esta envenenara todos los recovecos de mi cuerpo, sin embargo, lo más probable es que el deplorable camastro que poseo en este lugar cada vez esté minando lentamente mi espalda y extremidades con punzantes dolores indescriptibles. Bueno: me levanté con grandes dificultades y me acerqué a los barrotes, apoyé mis manos manchadas con tinta o con formol y traté de observar en la densa oscuridad, “la mierda de eternidad”… ¿por qué dios no nos creo en la oscuridad para así poder distinguir que mierda pasa allá afuera?, pensé o maldije al vacío tratando absurdamente que mis pensamientos tengan repercusión, pero no ocurrió dicho milagro; tan solo los gemidos se acallaron de forma repentina para seguir con mayor intensidad y con un cierto aire de brutalidad (muy común en este lugar) que me hizo pasar de la clara curiosidad a un temor infundado y un tanto burlón.
Imaginé cerdos come hombres, ratas hambrientas en busca de dedos tiernos o simplemente un hombre que llora por una paja. Y todas estas reflexiones son una comedia barata inventada por mi enfermiza mente, que aburrida buscará formas de mantenerse activa; comenzará a inventarse sus propias problemáticas quiméricas y, por lo demás, bastante absurdas. Reí sin razón, como lo hace un loco desfigurando una realidad con sus propios y básicos pensamientos. Y los gemidos continuaban y se hacían más patentes. Caray, había olvidado por completo que mis oídos todavía están succionando sonidos foráneos como internos, o tan solo foráneos e internos a la vez.
Los gemidos no paran, nada para en este mundo caótico y usurero. Mi mirada se funde y se pliega en la oscuridad, ella me devora, ella me ama, ella me necesita, pero están los bastardos gemidos revoloteando como moscas en la mierda, está la absurda imagen simbólica que me causa asco y repulsión; no puedes cantar o bailar, no puedes tan solo callar y dejar que nuestros dos universos colisionen y se destruyan en un caos maravillo… no, no puedes. Tan solo gimes.
¡Bastardo, deja de violarlo! Digo, a los segundos calló. Cometí un dulce error, recuerdo que me senté y observé. Algunos segundos más tarde lo tenía en frente mío, me miraba y yo rehuía de esta. Sabía que yo era el siguiente.
Tan solo vi lágrimas en sus ojos…
(Todo lo que nace como comedia termina como tragicomedia)

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