sábado, 24 de abril de 2010

amanecer


Ya no más, ven, ven, ven, ven a mí….

Cae, pobre diablo, enfermo, lisiado, cae…

Las moscas se comen tu cerebro ¿sabes por qué? …

Tienes mierda en la cabeza. Si, mierda en la cabeza…

(Silencio)

Despierto empapado en sudor y con un irritante malestar estomacal, mi saliva es más lechosa que de costumbre que acentúa aun más el amargo sabor que tengo en mi boca. Faltan cuatro minutos para las cinco am y el alba comienza aparecer en mi ventana. Forzosamente trato de volver a conciliar el sueño tapándome la cabeza con la sabana como lo hacía cuando pequeño al estar asustado pero, el esfuerzo es vano, estoy cada vez mas despierto, atemorizado mirando la techumbre de mi pieza preguntándome porque me es tan difícil dormir, porque no puedo descansar como cualquier mortal después de un agobiante día de pesar.

Sumido en melancólicas reflexiones me doy por vencido. Me levanto aturdido en busca de agua para sacarme el amargo sabor de mi boca, camino tranquilo y pausado por el oscuro corredor que me conduce rápidamente a la cocina, prendo la estéril y blanca luz que me ciega en principio, tomo el vaso, lo lleno naturalmente con agua, lo bebo en grandes tragos y al terminar; siento un malestar, se me cae el vaso.

Cresta…

Los vidrios esparcidos peligrosamente me hipnotizan, comienza ese extraño ruido, ese misterioso aletear…

No otra vez…

(Silencio)

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