martes, 9 de marzo de 2010

sociedad


Amanece en todos los rincones del universo, menos en mi ventana.

Todo comienza con el primer alarido desgarrador que profesamos por habernos forzado a abandonar nuestro querido hogar que tal vez fue el único lugar donde realmente éramos atisbos de materia feliz. Seres sin rostro, sin conciencia, sin razón pero inmensamente felices, pero, como toda felicidad es efímera, se nos acabo con la primera mano que nos toco, esa mano de un blanco divino, estéril, plástico y frio, esa mano que nos ayuda a ver esa luz que tras el paso del tiempo será nuestra dulce y amarga condena.

Y en ese preciso momento comenzamos el gran salto hacia adelante llamado crecimiento. Empezamos a caminar, comer, hablar y pronto iremos al colegio con el fin de acelerar nuestro aprendizaje para así ahorrar el preciado y magno tiempo. En el colegio el grupo nos regala el don del egoísmo, la maldad, el individualismo y el materialismo. Luchamos a muerte por un juguete, un pedazo de plástico inservible, nos golpeamos como enajenados mentales por el fin único de ver quien es mejor, quien tiene más poder, a quien quiere más la profesora , quien merece las puertas del cielo para escupir al otro que está en el embudo del infierno.

Y así nos lanzan a la realidad que nos condena a vivir en grupo, a vivir en esa masa flotante llamada sociedad actuando como verdaderos instrumentos del firmamento ¿Quién nos hace o inculca violar ,asesinar, robar y estafar a un igual? Quien más que la sociedad nos vuelve bestias revestidos de pieles y lana riendo como idiotas frente a un caja. Consumiendo lo que por naturaleza jamás tendríamos que haber consumido, necesitando, anhelando, idolatrando y martirizándonos en desmedida con tal de conseguir el residuo, la copia barata del producto que lo publicita la perfección hecha carne y así tendremos nuestra felicidad comprada, así todos nos aceptaran como somos. Bestias sin rostro…

En fin tal vez nuestro gran y hermoso salto hacia adelante sea un gran salto hacia atrás involucionando cada vez más, volviéndonos primitivos con cada aliento de vida que arrebatamos a la naturaleza en este círculo vicioso que siempre nos lleva al lugar que aborrecimos o anhelamos.la nada…

¿Por qué esforzarse?

¿Qué lugar mereceremos?

¿Realmente existirá ese lugar, ese limbo continuo que nos sumirá en otra existencia pero esta vez, menos imperfecta que la anterior?

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